domingo, 14 de diciembre de 2008

El (síndrome del) escaparate

Eileen I. Adler volvió a la vida rasgando las tinieblas de un delirio que le causaba extrañeza. No la había besado un príncipe, no la había besado un cura y no había creído sentir sobre la boca el vientre viscoso y frío de un sapo. Quizá la había besado un adorno de navidad -el muy depravado- pero no lo recordaba. Como despertó en medio de la nieve, no tenía un espejo cerca para ver si tenía restos de purpurina o espumillón en los labios, así que se limpió con la manga del abrigo por si acaso (qué previsor el autor, que la había abrigado para toda esa nieve) y empezó a incorporarse. Por supuesto, inmediatamente se cayó de culo. Pero qué cojones es esto. ¡¡Una lápida!! No, una no, ¡¡miles!! ¡¡Esto es un puto cementerio!! AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAGHHHHHHHH.
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Y Adlernieves Abrigada corrió despavorida por todo el cementerio en busca de una puerta a otro lugar, a otro sueño, a otra vida, o a otra dimensión (conocida o desconocida) en donde no existieran las tumbas. Lamentablemente, no encontró ninguna puerta, pero sí lo que parecía ser uno de los límites del cementerio, que atravesó a la carrera. Se alejó de él unos metros, los suficientes para darse cuenta de que no estaba en Boston, sino en un sitio donde había unas casitas de madera muy monas y una cantidad considerable de nieve. No pudo determinar muy bien cuánto tiempo había estado ¿durmiendo, muerta, inconsciente? porque en aquel extraño lugar era navidad, al igual que en los últimos recuerdos que tenía de Boston.
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Controlado el susto inicial -no por la razón, sino por la extrañeza y la curiosidad que comenzaron a agrandarse en ella-, decidió pasearse un poco, a ver si podía averiguar dónde estaba. Antes de eso, se miró cuidadosamente la vestimenta. Como estaba fuera del castillo, ya no llevaba el vestidito de Adlernieves ni los zapatitos de tacón. Había vuelto a su atuendo de Adler, con abrigo-manta incluido. Tres complementos nuevos se le habían ensamblado: unas manoplas negras, un gorro marrón de lana y unas botas de nieve. Por supuesto, Adler le agradeció en silencio verbal a su autor el haberla abrigado de manera tan conveniente. Lo único que conservaba de su antigua condición de Adlernieves, aunque Adler nunca llegó a saberlo, eran restos de manzana en el tubo digestivo.
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Y mientras este pobre narrador perdía el tiempo describiendo el atuendo de Adler y vosotros, queridos lectores, perdíais el tiempo leyéndolo, Adler ya había visto unas diez casas y su estado emocional había pasado a INDIGNACIÓN. ¡PERO BUENO, ESTA GENTE ESTÁ LOCA! En Boston tenían cuatro obsesiones: el agua con hielo, el aire acondicionado, las manos y las chanclas de dedo en pleno mes de noviembre. Pero aquí están obsesionados con el exhibicionismo. Míralos, pero si dejan las cortinas abiertas con las luces encendidas y se ve toda la casa por dentro. Joder, ni que vivieran en un escaparate. Como era costumbre en ella tras un speech como este, sacó la cámara que aún conservaba en el bolsillo izquierdo e hizo una foto. No le dio tiempo a ver cómo había quedado e intentar mejorarla pues, según se grabó la imagen en la tarjeta, Adler comenzó a desvanecerse a cámara lenta.
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6 comentarios:

Nacho dijo...

Una vez un amigo nórdico me comentó algo acerca de esta costumbre, e incluso mencionó tiendas donde el escaparate era toda la fachada. Al parecer, es una de sus escasas formas de mostrar calidez y contacto humano, en medio de tanta nieve literal y figurada.

Un abrazo, y vuélvete ya pronto al país de los locos mediterráneos.

H.

Anónimo dijo...

Vale, creo que me acabas de descubrir que mi vecino de arriba es noruego....y si no lo crees, cuando vuelvas a pasear por Santa virgilia, mira al quinto c .

Me uno a la petición de que regreses pronto...y como ya te dije vas a encontrar un frío no tan extremo pero si bastante mas acusado que otros años por estas fechas....Frenadol a tope

presher

AdeS dijo...

por fin una nueva enfermedad y tendencia que nos saca del neo-decadentismo, tendremos que medir en estas navidades hasta que punto estas afectada por el "escaparatismo"

yo y mi nueva vista daremos cuenta de ello

godfrey dijo...

Hey!!!
Casi un año sin saber de ti querida adlernieves, veo que has vuelto desde las cenizas o debo decir desde los copos de nieve jeje
la verdad es que la gente de la península escandinava tiene costumbres por decirlo de alguna manera “especiales”, como el síndrome escaparate, peor aun el síndrome del bebe en la terrazas o aun mas freak la mantita para las piernas en las terrazas de los bares!!!
O o o no puedo mas con estos vikings.
Fue un verdadero placer saber de ti nuevamente, espero que en este corto lapso de resurrección nos dejaras a tus fieles seguidores algún saludo en tu antiguo ciberespacio,
Además me uno a lo dicho anteriormente y si, regresa pronto que se te extraña.

Kises

Godfrey…

Adler dijo...

Bueno, Nacho, no sé por qué lo hacen, solo sé que lo hacen. Pero, vamos, me creo lo que dice tu amigo nórdico.

Dr Musufi, me fijaré en tu vecino del 5º.

Godfrey querido, Adlernieves ha resucitado momentáneamente pero no sé si le habrá dado tiempo a dejar saludos en el otro ciberespacio.

Y síiiii, ya vuelto pronto, si no al calor, por lo menos a la luz del sol y a la que ve ahora Edu con su nueva vista.

La.. dijo...

ME ENCANTA NORUEGA!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!Y YO VIVIENDO EN IBIZA..
Saludos