domingo, 21 de diciembre de 2008

...Y al final

Al final pasó lo que tenía que pasar, lo que solo en el clima de esta isla enclavada hacia el norte puede suceder: el deshielo en diciembre.


Y no sólo pasó eso. El último día que fue lectivo para mí, mientras andaba montaña abajo esquivando las placas de hielo que aún quedaban en la acera, comencé a escuchar que una voz femenina me cantaba una canción muy muy cerca. Me di cuenta de que me había parado:

“...Y al final
te ataré con todas mis fuerzas,
mis brazos serán cuerdas al bailar este vals.

...Y al final
quiero verte de nuevo contenta.
Sigue dando vueltas si aguantas de pie…”


Y al final quiero verte de nuevo contenta... Cuando reconocí la voz, no pude evitar sonreir ni empezar a tararear la canción. Y entonces, por fin, empecé a dar un paso, y otro, y otro...

domingo, 14 de diciembre de 2008

El (síndrome del) escaparate

Eileen I. Adler volvió a la vida rasgando las tinieblas de un delirio que le causaba extrañeza. No la había besado un príncipe, no la había besado un cura y no había creído sentir sobre la boca el vientre viscoso y frío de un sapo. Quizá la había besado un adorno de navidad -el muy depravado- pero no lo recordaba. Como despertó en medio de la nieve, no tenía un espejo cerca para ver si tenía restos de purpurina o espumillón en los labios, así que se limpió con la manga del abrigo por si acaso (qué previsor el autor, que la había abrigado para toda esa nieve) y empezó a incorporarse. Por supuesto, inmediatamente se cayó de culo. Pero qué cojones es esto. ¡¡Una lápida!! No, una no, ¡¡miles!! ¡¡Esto es un puto cementerio!! AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAGHHHHHHHH.
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Y Adlernieves Abrigada corrió despavorida por todo el cementerio en busca de una puerta a otro lugar, a otro sueño, a otra vida, o a otra dimensión (conocida o desconocida) en donde no existieran las tumbas. Lamentablemente, no encontró ninguna puerta, pero sí lo que parecía ser uno de los límites del cementerio, que atravesó a la carrera. Se alejó de él unos metros, los suficientes para darse cuenta de que no estaba en Boston, sino en un sitio donde había unas casitas de madera muy monas y una cantidad considerable de nieve. No pudo determinar muy bien cuánto tiempo había estado ¿durmiendo, muerta, inconsciente? porque en aquel extraño lugar era navidad, al igual que en los últimos recuerdos que tenía de Boston.
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Controlado el susto inicial -no por la razón, sino por la extrañeza y la curiosidad que comenzaron a agrandarse en ella-, decidió pasearse un poco, a ver si podía averiguar dónde estaba. Antes de eso, se miró cuidadosamente la vestimenta. Como estaba fuera del castillo, ya no llevaba el vestidito de Adlernieves ni los zapatitos de tacón. Había vuelto a su atuendo de Adler, con abrigo-manta incluido. Tres complementos nuevos se le habían ensamblado: unas manoplas negras, un gorro marrón de lana y unas botas de nieve. Por supuesto, Adler le agradeció en silencio verbal a su autor el haberla abrigado de manera tan conveniente. Lo único que conservaba de su antigua condición de Adlernieves, aunque Adler nunca llegó a saberlo, eran restos de manzana en el tubo digestivo.
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Y mientras este pobre narrador perdía el tiempo describiendo el atuendo de Adler y vosotros, queridos lectores, perdíais el tiempo leyéndolo, Adler ya había visto unas diez casas y su estado emocional había pasado a INDIGNACIÓN. ¡PERO BUENO, ESTA GENTE ESTÁ LOCA! En Boston tenían cuatro obsesiones: el agua con hielo, el aire acondicionado, las manos y las chanclas de dedo en pleno mes de noviembre. Pero aquí están obsesionados con el exhibicionismo. Míralos, pero si dejan las cortinas abiertas con las luces encendidas y se ve toda la casa por dentro. Joder, ni que vivieran en un escaparate. Como era costumbre en ella tras un speech como este, sacó la cámara que aún conservaba en el bolsillo izquierdo e hizo una foto. No le dio tiempo a ver cómo había quedado e intentar mejorarla pues, según se grabó la imagen en la tarjeta, Adler comenzó a desvanecerse a cámara lenta.
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miércoles, 3 de diciembre de 2008

En el equilibrio

La nieve, que hace truquitos para desafiar la gravedad.



PS: Foto de móvil, sorry.

viernes, 28 de noviembre de 2008

Y volver, volver... volver

AdeS, ahí va la verborrea y las fotitos,
aunque no era exactamente lo que pedías, jijiji
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Si retrocedimos y avanzamos, ¿por qué no desencajarse un rato? Abramos la puerta, pongamos un pie fuera y luego el otro y… bienvenidos al mundo real.
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-Pero si tú ya lo sabes, ¿cómo puedo hacer una elección?
-Porque tú no viniste aquí para hacer una elección; ya la hiciste. Estás aquí para intentar entender por qué la hiciste.
(Matrix Reloaded)
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Recuerdo que cuando vi esta película se me grabó a fuego esta escena en mi archivo mental. Supongo que me llamó la atención porque me parecía que encerraba una idea muy sugerente y supongo también que la archivé porque cuando la escena tomaba su significado en la película se perdía todo ese poder sugerente. La vida siguió, por supuesto, hasta que un día, hace poco, recordé otra escena que también se me había grabado en su momento:
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-¿Qué tal estás?
-No te conozco.
-Mejor, estoy aquí sólo para ayudarte.
-¿Cuál es tu mote? No entiendo el dibujo.
-Es un faro. Para tu isla.
-¿Eres farero?
-Pues sí. Y quiero escribirte un cuento lleno de ventajas.
-¡Me encanta! Gracias.
-La primera ventaja es que cuando el cuento llega al final no se acaba, sino que se cae por un agujero, jruuuu, y el cuento reaparece en mitad del cuento. Esta es la segunda ventaja, y la más grande: que desde aquí se le puede cambiar el rumbo, si tú me dejas, si me das tiempo.
-Todo el tiempo que tú quieras. Sigue, por favor.
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Y, entonces, las dos cosas encajaron y entendí por qué había decidido (inconscientemente) hacer así este blog. La razón es bien sencilla: estoy volviendo y tomando un camino diferente. Las pruebas son varias: vuelvo a ciertas escenas que vi hace mucho tiempo y tienen otro significado, vuelvo a tener imágenes mentales relacionadas con las manos pero ahora puedo tocar lo que tengo en ellas y sentir que lo toco (que se ha ido transformando desde una masa transparente hasta una masa de arcilla o un papel arrugado)… Y la estructura del blog no es sino un efecto de todo eso. Además, no deja de ser divertido que cuando llegué a la isla y Yo desapareció, me monté en un taxi en el aeropuerto que se metió por un túnel subterráneo larguísimo y aparecimos ¿sabéis dónde?
Sí,
en
el
centro.
Y ahora, las fotitos:





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jueves, 20 de noviembre de 2008

Una vez me contó un amigo común que la vio...



..."en los vastos jardines sin aurora".
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PD: Ellos no estuvieron aquí, pero dijeron quién sí parecía habitar.

lunes, 17 de noviembre de 2008

La nieve: instrucciones de uso

Imaginemos a dos chicas buscando una casa. Imaginemos que no están en la ciudad sino en la montaña. Imaginemos que ven un cementerio y piensan que en ese lugar donde están la gente se muere mucho. Y pongamos ahora la ambientación: es de noche, hace frío y está todo nevado. Las chicas van abrigadas: bufanda, gorro, manoplas, abrigo hasta las rodillas y botas para la nieve. En las manos, un complemento: una bandeja de tiramisú.

Las chicas caminan, pero la nieve las desorienta un poco y no están seguras de si van por buen camino para llegar a Åsgardveien. A unos metros, ven que alguien está saliendo de una casa y se dispone a montarse en un coche. Las chicas corren hacia él y le preguntan cómo llegar a la mencionada dirección.

En una situación así, si somos el hombre del coche, haremos uso de la nieve de la siguiente manera. Tómese la nieve del suelo como si de una pizarra Vileda se tratara. Si es usted diestro, yerga el dedo índice de la mano derecha y encoja los otros; si es usted zurdo, yerga el de la izquierda y encoja los demás. Asegúrese de tener protegido el dedo índice pertinente con un guante de lana o similar (en este caso, las manoplas le no serán muy útiles, al igual que los guantes de látex). Imagine que su dedo índice es un rotulador de Vileda y deslícelo por la nieve configurando un croquis mientras da explicaciones verbales del camino que las chicas deben seguir. Una vez terminado el mapa, puede elegir borrarlo con sus manos o pies, o bien dejar su contribución en la nieve. Advertimos que aunque usted desee fervientemente dejar su mapa para la posteridad (o prosperidad, según se mire), será borrado inexorablemente. En consecuencia, rogamos que cartógrafos y artistas se abstengan de utilizar la nieve para fines profesionales. En compensación, las chicas le estarán eternamente agradecidas.
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PD: Cualquier parecido con la realidad no es pura coincidiencia.






PD2: Las fotos me salieron muy cutres. La luz no era buena para nada: eran las doce, estaba atardeciendo y empezó a nevar.

viernes, 14 de noviembre de 2008

Here comes the sun (II)


Here comes the sun (I)

Ya os dije que la luz lo cambiaba todo.






lunes, 10 de noviembre de 2008

La nostalgia de cosas pequeñas y tontas

"Retrocedamos.

Érase una vez un momento T. En dicho momento T, las creencias de nuestro sujeto protagonista estaban configuradas de tal manera que pensaba que en el mundo real donde se desarrollaba su vida no existía ningún individuo de los que solemos designar con el nombre 'escoba'. Buscó y buscó por todos los supermercados, pero no logró dar con el objeto que codiciaba..."

Pufffff, algo así iba ser esta entrada en un principio. Confieso que la planeé antes de que el blog existiera porque realmente se me vino Silvio a la cabeza buscando la escoba (a veces las confesiones son ciertamente desmitificadoras, ¿eh?). Pero al final, sí, encontré una en un super, aunque es cierto que creía que no era una escoba. Igualmente la compré porque, tras una pruebecilla, comprobé que servía para lo que necesitaba. Y llegado este punto, fin del misterio, la cosa perdió su gracia y a otra cosa, mariposa. Eso es lo que hizo mi mente y es el motivo por el que simplemente hemos cambiado el rumbo. Después de todo, esto es un blog para jugar, trastear, improvisar, experimentar y equivocarse públicamente (ya que no tengo teatro), así que, ¿qué importa?

Sin embargo...

Hacía tanto que no escuchaba a Silvio que cuando estuve enfrente del ordenador hice una petición virtual: «Tócala, YouTube, toca ‘De la ausencia y de ti’». Cuando acabó el vídeo, miré distraídamente mi mesa. En ese momento, vi el Minicuatrero encima del handout del seminario de modalidad. Ctrl+Alt+Supr, giro de 360º grados, y reinicio de la historia. A pesar del giro, hubo de llamarse otra vez “La nostalgia de cosas pequeñas y tontas”. A diferencia de la anterior, esta nueva historia todavía continúa.


Edit: Escoba, ahí va la escoba:


viernes, 7 de noviembre de 2008

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Los cambios se producirán como la puesta de los soles

Los cuervos, animales de costumbres, pensarían que empezar una historia por el principio implica directamente que la continuación de la misma debe seguir un riguroso orden cronológico. O peor aún: pensarían que cualquier historia debe seguir dicho orden. Sin embargo, los cuervos, los pobres, no recuerdan que estamos en una isla donde lo único que se mueve es la luz. Y eso lo cambia todo.

Pero, un momento. No haré trampas y evitaré las confusiones. Ahora mismo, tirando por lo bajo, podríais estar pensado en tres islas. Para los cinéfilos, la más fácil es la que acabo de dejar a huevo, y será la primera que descarte. La luz se mueve aquí y lo cambia todo pero no nos situaremos en la isla de Jersey. Para los televisivos, la más accesible será la isla de Perdidos y tampoco es esa a la que pretendo llegar. Pensemos en una tercera isla, la que está en la cabeza de los muy cinéfilos, una isla con un faro* que nos propone un modo de operar. Según este, cuando la historia llegue al final, no se acabará, sino que se caerá por un agujero y la historia reaparecerá en mitad de la historia. Desde ahí, podremos cambiar el rumbo.

En este caso, en el blog, no hemos llegado a ningún final, pero podremos caernos igualmente y aparecer una semana más tarde. Las cosas, entonces, pueden ser bien distintas. Y si acaso no me creéis, mirad las fotos del lago de al lado de la resi. También la nieve, solo una semana después, lo cambia todo.







Mañana podremos volver, dar un salto, o enfocar una pelusa diminuta de debajo de la cama mientras recordamos a Las Vulpes. No importa; solo estamos jugando.
PD: Creo que acabo de encontrarme con __.
_______
*Si fuéramos japoneses aprendiendo español, viviríamos en una cuarta isla, ciertamente, y nos cargaríamos ciertas metáforas sin querer. Es lo que tiene la carencia de un fonema.

martes, 4 de noviembre de 2008

Qué manera de...

[Dedicada a los lectores futboleros, en especial a los dos ganadores del concurso, rojiblancos ellos]

Estar en Europa tiene varias ventajas, entre ellas, que encuentras familiares ciertas cosas cotidianas, a saber, las señales de tráfico, los pasos de cebra, las unidades de medida o los coches, por poner algunos ejemplos. Quién me iba a decir que iba a encontrar familiar hasta el equipo del fútbol.



¡¡AÚPA TRONCHOATLETIIII!!

domingo, 2 de noviembre de 2008

Situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas

Sin Yo y sin nadie pasé el fin de semana. Hay alguna historia sobre cómo conseguí internet el domingo por la tarde y sobre las noticias que me trajo la conexión, pero vayamos al grano. Llegó el lunes, me mudé, y entonces, encima de la mesa…


¡El inventario! ¿¿¡¡EN NORUEGO!!??

Bien claro había leído en la página de internet sobre la residencia que tenía que comprobar si de verdad en la habitación estaba todo lo que decía la lista, ¡¡pero, joder, nadie decía que estaba en noruego!! En ese momento recordé cierta escena en La casa del libro en la que Godfrey me preguntaba si no quería comprarlo mientras miraba el diccionario español-noruego/noruego-español que tenía en la mano. Mi respuesta la inferiréis si os digo que delante de la lista y recordando la escena me sentí como Homer Simpson cuando se da cuenta de que la ha cagado. Por supuesto, tuve que pensar en soluciones. Salí al pasillo: ¿algún hablante nativo por ahí? Si no hubiera estado en Noruega, un matojo del desierto hubiera pasado rodando. Volví a mi habitación, conecté internet y le pedí a Google mi primer deseo: “diccionario noruego-español/inglés”. Me lo concedió, claro, pero como en todo cuento de genio, hay que tener cuidado con lo que se desea. Fracaso casi absoluto: 2 palabras encontradas. Volví a la carga. “Google, mi segundo deseo: 'Bokhylle'. Imágenes”. Y así Google Imágenes, versión 346356.98 de genio de la lámpara sin restricciones en el número de deseos, fue mostrándome uno por uno cada objeto de la lista.


[Premio para quien adivine de dónde es la frase que da título a la entrada.]

viernes, 31 de octubre de 2008

La segunda estrella, a la derecha. Volaremos hasta que NO amanezca…



Yo lo decidió inmediatamente, como lo decide siempre todo. En cuanto a mí, creo que lo decidí en un estado de enajenación mental transitoria, causado seguramente por la posesión de Yo, del mismo modo que la entidad cósmica Fénix poseyó en cierto momento a Jean Grey. A diferencia de lo que pasó en el cómic, nosotras ahora estamos disociadas. Sin embargo, como resultado de aquel episodio, las dos vinimos a parar más arriba del Círculo Polar, al lugar donde todas las cosas son el/la X más al norte del mundo. Sí, ese lugar es La Isla, existe, y se llama Tromsø… Y sí, la o está como tachada.

Por supuesto que era de noche cuando llegamos. Por supuesto que había llovido y hacía frío. Por supuesto que no tenemos fotos del aeropuerto, del taxi ni de la primera habitación del hotel, pero personalmente me encargué de hacerle fotos al Pizza Hut del aeropuerto de Oslo —donde hicimos escala— y a lo que cené en el hotel. Y digo “cené” porque aquella noche, Yo ya me había abandonado.